Mi tia infiel se deja follar frente al marido
Las reuniones familiares suelen ser motivo de buenas o malas cosas, porque hay familias que aprovechan sus reuniones para acentuar sus diferencias o para acercar su afecto, en el caso de mi tía, que bebió de más, ella lo que quería era tener placer ya que su marido tenía semanas sin hacerle caso por estar entrenando para una competencia deportiva. Una vez que nos quedamos solos en la sala, mi tía me mostró sus enormes tetas, ricas y gigantes, listas para ser apretadas y chupadas, y una vez que su clítoris recibiera la señal, sería el tiempo de comenzar a darle masajito con los dedos de la mano y comenzar a humedecer la cancha de juego. En el comedor comenzamos a ponernos calientes sus pechos me incitaban a chuparlos y acariciarlos, darles masaje y pensar en tolo que podría hacer en esos melones: una rusa con mi vergota subiendo y bajando entre esas montañas de placer, redondas y suaves, tibias y deseosas de dar y recibir amor. Me imagino que después de estar subiendo y bajando mi pene en sus pechos, ella podría darle chupadas a mi pito para que me diera más placer, llenarla de baba y succionar levemente para que se me pusiera cada vez más dura, y entonces sentir sus chichis con más fuerza contra mi verga, presionando para comenzar a provocar que me venga y le llene las pechugas con semen, que ella podría lamer y tragar, para luego ponerse a mamar mi pene y sacarle todo el juguito a mamadas, dejando mis guevos vacíos y listos para generar una nueva carga de lechita, para dejarle las tetas garapiñadas de dulces mecos.