A Apolonia Lapiedra en vez de propina le propinan unos vergazos
El trabajo suele ser un ambiente difícil, sobre todo cuando se es mesera, porque complacer a la clientela no siempre se logra con la atención o la comida. En una ocasión dos chavos que comían en el restaurante del tío de Apolonia, se quejaron que no les había gustado la carne, a lo que ella respondió que era la mejor carne de la región. Al verla tan joven y firme, le replicaron que ella era la mejor carne que habían visto, y en poco tiempo se pusieron a coger. A ella le fue difícil resistirse a chupar las enormes pollas que le presentaron los muchachos, que eran mástiles de barco comparadas con otras que había visto, firmes y carnosas, erectas solo de verla a ella. Estos habían nacido para coger, y ella les complació dándoles unas mamadas que no solo le ganaron la propina, sino que enseguida lograron que ella se les montara de uno por uno, con unos sentones en la polla que podrían hacer venir a cualquiera en segundos, pero estos eran sementales que podían coger por horas, y en lo que intercambiaban de posición para cogerse mejor a la mesera, se daban masaje en el pito para que resistiera la corrida, que al final fue doble y en la cara para nuestra amigable mesera.