Apolonia Lapiedra entrega la vagina al masajista
Apolonia Lapiedra pidió un masaje para relajarse porque había tenido mucho sexo la noche anterior, y necesitaba descansar y relajarse. Cuando su masajista comenzó a recorrer su cuerpo que parecía de adolescente y no de mujer adulto que era, usando unas manos grandes y sensuales, ayudadas por el aceite aromático, Apolonia se comenzó a excitar. Su piel respondía a la sensación de manos grandes, pero suaves, que recorrían su espalda, sus muslos, sus piernas… Ella tiró la toalla y le indicó al masajista que también le masajeara las nalgas, y como ya andaba cerca, le pidió que también le masajeara la colita… la vagina, el culo, todas sus partes estaban al descubierto y ella quería sentir las manos acariciando todo su cuerpo. Luego se puso boca arriba, pidió el paquete completo, es decir, que le acariciara los senos, el vientre, la concha, el pubis, y obviamente el masajista se ayudó chupándole la concha, ya que estaba tan cerca, aprovechó para humedecerle la panocha, suave, rica y tibia. Ella le chupó el pene y con ello el masajista dio rienda suelta a sus instintos, montando a su clienta, que era una experta cogiendo, ella lo montó de vaquerita y él sentía que lo dejaban sin miembro, porque sus tirones eran de diosa, misma que recibió de recompensa su semen en la vagina, como húmedo premio a su instinto sexual.