Gorda le mama la pija a un enano del vecindario
La especialidad de Wanda era el sexo oral, las mamadas, las chupadas. El guaguis, la felación, como le llamaran, solía comenzar sus relaciones sexuales tomando el control y usando el pito de su compañero para hacerlo sentir bajo órdenes. Masajeaba la verga un poco para poder provocar una erección y luego descubría completamente el glande, o sea la cabecita, y la llenaba de besos, la acariciaba con la lengua, provocando sensaciones que a más de alguno le provocaba en pocos minutos un orgasmo. Después de los besos en la punta, comenzaba a meterse todo lo que le cupiera de verga en la boca y pasaba la lengua de un lado a otro, por arriba y por abajo de lo que le cupiera en la boca. Pasaba entonces a la operación garganta profunda, metiéndose el pito hasta donde le cupiera, para llenarla bien de saliva y pasar al acto de pasar la lengua por los lados, acariciar los guevos y también darles de lenguatazos, acariciarlos con la punta de la lengua mientras masajeaba rítmicamente la polla. Después de un rato, volvía a pasar la lengua por la punta, dándole vueltas al glande mientras seguía jalando el pene y con la otra mano acariciando los guevos. Si alguien aún no se venía en este punto, entonces hacía el truco final, que era meterse y sacarse la verga en la boca, mientras con la mano seguía masajeándola, y entonces se provocaba el chorro de semen, la erupción del volcán de carne, la salida del géiser de leche que le llenaba la boca con espumoso y tibio líquido, que ella extraía con mamadas apasionadas y luego se tragaba todo.