Mi abuela de 69 años tiene un morbo de jovencita y mete tremendas folladas
Carolina tenía 70 años pero a pesar de ello tenía un excelente estado de salud. El pilates, las caminatas y dietas no le habían dado un buen cuerpo, pero sí un buen estado de ánimo. Su sobre peso no le impedía sonreír como cuando joven, cuando su cabellera pelirroja ondeaba al viento. En su último viaje a Cuba, conoció muchas cosas, pero nada la preparaba para la excursión sexual que tendría en su propio cuarto de hotel, donde el camarista le llevó sus maletas y le preguntó si no hacía falta nada. Ella le pidió que esperara en lo que entraba al baño y salió con sólo una bata y se adelantó al botones cerrando la puerta del cuarto, lo hizo retroceder a la cama y comenzó a preguntarle si quería ganarse una propina extra. El atlético y bien dotado moreno asintió y dejó que ella le quitara la ropa con los dientes, ella se despojó de su baja y lo hizo primero gozar con su habilidad en el sexo oral, las chupadas que le daba lo hacían poner los ojos en blanco, cuando ya no aguantó más la hizo acostarse boca arriba y le humedeció la concha con su lengua, le masajeó el culo y le frotó el clítoris para que los jugos fluyeran por su vagina. Luego el le levantó un apierna y se la puso en el hombro, para poder penetrarla fácilmente y así cogérsela con mayor fuerza, los empujones que le daba eran formidables, la cama se mecía como si estuvieran en un barco y él seguía penetrándola, duro y caliente como a ella le gustaba. La venida fue de agasajo y luego ella se la chupó para que nada quedara desperdiciado…