Mi madrastra se calienta y se mete a mi cama para follar
Una feroz tormenta azotó la ciudad donde vivían los Núñez, y un apagón los dejó sin luz. Nidia, la madrastra joven y de formidable cuerpo, era temerosa por naturaleza y le pidió a su adolescente hijastro que la acompañara a revisar el interruptor eléctrico, fuera de la casa. Apenas asomarse a las ventanas, pudieron ver que el apagón era general. El padre de Néstor estaba fuera de la ciudad por negocios, y la tormenta había retrasado su regreso. Nidia le pidió a Néstor que la acompañara en su alcoba, ya que la oscuridad y la falta de internet había dejado inútiles los teléfonos. Néstor accedió un poco de mala gana, pero cuando su madrastra se quedó dormida, y él a su lado, un deseo insano le invadió, puesto que al darse la vuelta en la cama, Nidia dejó al descubierto sus maravillosas piernas, aquellas nalgas firmes y redondas, la línea de su espalda era bellísima y claro que eso excitaba a Néstor. Comenzó a acariciarla en sus piernas y nalgas, cuando para su sorpresa, ella se puso boca arriba y separó sus piernas. Néstor le hizo a un lado la tangita con que ella cubría su sexo y maravillado contempló una panocha depilada y suculenta. Comenzó a masajearla lentamente, luego con más confianza al ver que ella gemía de gusto, y entonces se desnudó Néstor para gozar completamente de la situación. Chupó el coño de Nidia y al mismo tiempo la penetraba con los dedos, ella abrió más las piernas, y él saboreó sus tetas, redondas y de gran tamaño. La empaló con su verga en posición de cucharita, para poder agarrarle las tetas mientras gozaba de sentir su culo cerca, la cogió hasta que el semen escurrió de la vagina de ella, quien agradecida le chupó la verga y las bolas.