Morrita cachonda peluda se acaricia la concha con su dildo favorito
La tarde especial de Delia.
A las niñas les gustan los juguetes que les despiertan la ternura, pero Delia había encontrado un uso diferente a los juguetes desde niña. Al bañarse, mientras se frotaba con la esponja, su cuerpecito fue descubriendo el placer del tacto en sus partes. Ya adolescente, había probado diferentes utensilios de cocina y verduras para masajearse el coño, y ahora adulta e independiente, tenía un amplio surtido de consoladores para su disfrute. Los penes flexibles, los penes de hule rígido y los butt plugs o consolaculos eran de sus favoritos. Por las tardes, si necesitaba relajarse, y casi siempre era así, se metía en su alcoba, cerraba la puerta, se desnudaba y comenzaba a acariciarse con sus dedos y manos, cuando ya estaba húmeda, sacaba su consolador negro favorito y comenzaba por meter y sacar la cabeza de su juguete en su panocha, luego lo metía todo mientras se masajeaba las tetas y se ensalivaba los dedos para consolarse el culo también.
Luego se metía todo el juguete y se metía por detrás una cola de zorro con buttplug, se masajeaba con los dos y cuando comenzaba a venirse por primera vez, usaba su venida para acariciar su juguete, lubricarlo y comenzar a meterlo y sacarlo de su coño cada vez más rápido, pues necesitaba sentirse bien penetrada y cogida por todos lados, luego volvía a venirse un par de veces más y entonces gemía y casi se desmayaba, era hora de sacar sus juguetes de sus hoyos, darles una limpiadita con saliva o con la sábana y ponerlos en su lugar. Después de eso, la siesta estaba garantizada.