Preciosa españolita en lencería ordeña pija de su hijastro
Perla era la joven española más buena de la cuadra. De grandes pechos, anchas caderas, nalgas redondas y firmes, ojos de color y cabello castaño, con una mirada que le hacía parecer un ángel. Pero por dentro era un demonio. Desde joven había descubierto los placeres del sexo y no podía dejar de sentirse bien, ya sea por ella misma o con ayuda, y no discriminaba, se metía de todo por todos lados y cuando sentía confianza en alguien sin dudar la incluía en su agitada vida sexual.
Una vez recibió la visita de sus vecinos en su casa, y aprovechando que no había nadie más, le pidió a Juanita, su vecina, que le ayudara a probarse un vestido. Entraron al cuarto, Perla se desnudó rápidamente y se puso una prenda de gasa casi transparente, acto que asustó a Juanita, pero que a la luz del sol daba un efecto impresionante al cuerpo de Perla. Convenció a Juanita de que también se probara el vestido, y antes de que se pudiera dar cuenta, estaba sólo cubierta por la vaporosa tela. Entonces entró Gabriel, que se aburrió estando solo, y al ver a Perla desnuda y a su hermana con una ropa transparente, sintió en su pantalón una erección imposible de ocultar.
Perla le bajó el pantalón y sacó su miembro al aire, dándole chupada tras chupada, Juanita toda nerviosa no sabía qué hacer pero se excitó al ver a Perla montar a su hermano, que cambiaba el rostro de dolor a placer indistintamente, Juanita se acercó a su hermano ofreciéndole su rajita rosada, pues ya no podía con la excitación. Se dieron turnos entre las dos para montar a Gabriel, que las cogía indistintamente y olvidando todo vínculo familiar. Al final la lluvia blanca las cubrió en el rostro, y Perla sonrió pensando en cuántas familias había ya acercado de esa manera.