A la rubia flaquita le rompen el orto
La aventura caliente de Andrea. La noche anunciaba soledad y frío, pero Andrea sólo tuvo que andar un par de cuadras cuando un extraño le llamó la atención. Era un joven alto, fornido y con el cabello rizado, ella le sonrió desde la otra acera y le indicó que la siguiera. La lluvia que los cubría no enfriaba sus instintos, sino que los llenaba de expectativas. Entrando al departamento de Andrea, primero fue el descubrimiento mutuo, las sonrisas, los guiños, y de allí a despojarse de sus ropas sin más. Ambos acariciaron cada parte de su cuerpo, ella acarició sus pectorales y besó su miembro, erguido y venoso como brazo de levantapesas, él se dejó chupar mientras jugueteaba con sus magníficas tetas, llenas de amor. La penetración fue agradable para ambos, cada estocada era un éxtasis de placer que llevaba a Andrea cada vez más cerca de la cabecera, mientras él la fornicaba acariciaba impaciente los senos firmes y jóvenes, luego la puso en cuatro y sin darle tiempo de acomodarse la ensartó de fieras estocadas con su vergota. ambos transpiraban jadeando, y luego él la hizo caer sobre su vientre, para disfrutarla totalmente boca abajo. Para terminar, él recibió tremendas chupadas de Andrea, pero él no solo la iba a chorrear con su leche, sino que la hizo treparse en su garrote, y cabalgar como la vaquerita puta que era. En una de esas su verga salió de su vagina, y él aprovechó para clavarla por el culo, al principio ella se arqueó con un grito, pero al sentirse penetrada de esa forma descubrió un nuevo placer, y poco a poco al principio, y luego como si no hubiera mañana lo cabalgó hasta hacerlo venir en su ano. Y todo antes de las doce de la noche…