Mi madre se pone caliente y me deja meterle la pija en su concha
La soledad puede inducir a conductas reprobables, que a la larga se demuestran placenteras por más erróneas que sean. El otro día, mi hijo estaba en su cuarto cuando se me ocurrió entrar sin avisar, y para mi sorpresa se estaba pajeando con una mano mientras con la otra sostenía el teléfono inteligente con el que se ponía a navegar en sus sitios porno. Nunca me había imaginado la tamaña vergota que tenía mi hijo, era un tronco dispuesto a complacer a la hembra dispuesta a montarlo. Como mi marido tenía ya algunas semanas de viaje y no volvería pronto, aproveché para sacarle jugo a la situación y semen a mi hijo. Lo aceché cuando salió de bañarse y entré en su habitación detrás de él, lo sorprendí al quitarle la toalla y comentarle lo bien que había crecido. Yo iba vestida con una minifalda y una blusa escotada sin sostén ni calzón, por lo que era fácil coquetearle, al principio se resistió a mis insinuaciones, pero cuando me agaché y dejé a la vista mis redondas y firmes nalgas, mi hijo tuvo una rica erección, su pito estaba firmes y yo aproveché para hacerme la sorprendida y entonces comencé a jalársela, cuando vi sus ojos ponerse en blanco, le di una chupada que oh mi dios, su palo me llegó hasta la garganta y entonces comencé a masturbarlo con mi boca, antes de hacerlo venir le dije: te toca y él me humedeció la panocha con su lengua, me abrió las piernas y comenzó primero a lamerme de arriba a abajo, luego me metía la lengua en el coño y me metió los dedos hasta que me hizo venir. Luego me puso en la orilla de la cama y se acomodó para poderme penetrar, entraba y salía hasta que su semen me llenó y él gritó de gusto…